Durante más de diez años viví en Lorca (Múrcia) en unas condiciones muy malas. Vivía en una finca donde en el momento del decomiso vivían 572 animales a causa del Síndrome de Noe que padecía el propietario de la finca. Mi jaula era muy pequeña, 160 cm de alto por 200 de largo, a causa de su enfermedad el hombre que nos tenía no se preocupaba de nuestras condiciones de vida y bienestar. En mi espacio, no tenía ningún tipo de escondite y me tocaba dormir al raso. Los mapaches somos animales crepusculares, como no podía refugiarme del sol durante el día aprendí a estar despierta durante el día y dormir por la noche.
Mi vida cambió gracias a este refugio. No había ningún centro colaborador con la administración para la recogida de mapaches y FAADA solicito al refugio que se acreditara como tal. Después de construir mi hábitat con unas características marcadas por la Generalitat de Catalunya, les concedieron el permiso y me salve de la eutanasia. Los primeros días en el refugio, dormía encima de una piedra con las manos tapándome la cara para así evitar la luz del sol. Cuando descubrí la enorme caseta que tengo, empecé a relajarme más y a dormir mejor. Después de mucho trabajo por parte de mis cuidadores y gracias al maravilloso espacio del que dispongo, mi carácter mejoro y volví a ser un animal pacífico. Espero que algún día pueda tener compañeros de mi especie y vivir mis últimos años de vida acompañada.