Una familia compró una casa en el campo y la persona que se la vendió nos tenía entre otras cosas para consumo. Como vieron que todo el rebaño no estábamos en buenas condiciones, pidieron al señor que nos cediera y finalmente lo hizo. Como los machos no estaban castrados, tras el rescate nacieron muchas cabritas y cabritos y el problema fue mayor. La familia que nos rescató no podía hacerse cargo de todas nosotras y buscó hogar para la gran mayoría en varios refugios y santuarios de toda España. Yo llegué al refugio en agosto de 2020 con mi hija Kiri.